"Vecinos de Villar del Río, como alcalde vuestro que soy..."
No se trata de hacer aquí un obituario del Luis García Berlanga que nos deja, sino un homenaje del que nos queda... en la memoria. El personaje de Pepe Isbert, adelantándose décadas y décadas al político moderno está inconmensurable pero no se puede dejar atrás a Manolo (Morán). Con singular pragmatismo no s(ó)lo "matiza" el discurso del balcón ("Oiga, oiga, jefe. Un momento, déjeme a mi") sino que, entremedias, es capaz de corregir el estilismo de dos niños ("Oye por favor niño... si tú. Cámbiate el sombrero con eldealao porque ese te está un poquito pequeño") o la flor en la cabeza de una paisana metida en la piel de una folclórica ("Oye guapa, si, tú, la de las gafas...").
En fin, "la explicación es innecesaria porque vosotros sois inteligentes y despejaos"